jueves, 19 de marzo de 2009

The dictator game

El juego del dictador suele usarse en economía para estudiar las preferencias de las personas por el altruismo. En este juego hay dos agentes. Uno se llama dictador y debe decidir cómo reparte una cierta cantidad de dinero. El otro agente se llama recipiente y tiene que aceptar cualquier cantidad que el dictador le entregue. Es decir, un claro ejemplo del juego del dictador vendría dado por la situación: Imagina que 10 euros para repartirlos entre tú y otra persona. ¿Cómo los dividirías?

La solución que predice Nash (el de la peli de “Una mente maravillosa”) es clara: el dictador debe quedarse todo el dinero para sí mismo. ¿Por qué? Pues porque la gente, según supone la economía clásica, es racional y por tanto egoísta. Dicho de otro modo, tiene utilidad o felicidad por el dinero que gana y cuanto más dinero tenga mejor. Por tanto, ¿por qué tendría el dictador que dar dinero al recipiente? ¿Es que la gente es irracional?

Existe una corriente de pensamiento que defiende que los individuos, lejos de ser irracionales, poseen “preferencias sociales” así que no sólo se preocupan por sí mismos: también les importan los demás. Así, según esta corriente de pensamiento, los dictadores tratan de ser justos y, en lugar de egoístas, comparten el dinero (de media, la gente suele transferir un 20% del total, con independencia de la cultura, aunque las mujeres suelen dar más dinero que los hombres).

Este tema de las preferencias sociales claramente demuestra que a la gente le importan los demás pero Cherry (junto a otros autores en el 2000), hizo el experimento del dictador cambiando una cosa: en lugar de darle el dinero al dictador para que éste lo repartiera, puso a trabajar al dictador y luego le pagó por su trabajo. Entonces, le pregunto cómo pensaba dividir ese dinero con el recipiente. El 95% de las personas se quedo con todo. ¿Dónde están entonces las preferencias sociales en este caso? Pues obviamente, en el limbo porque hay “derechos de propiedad” y el dictador cree que ese dinero le pertenece. Por tanto, cuando da dinero en el juego del dictador, podemos decir que no lo da por ser una persona social, preocupada por los demás, sino que más bien, cree que el dinero no es suyo y por tanto merece tanto como el recipiente.

¿Y qué ocurre si el dictador y el recipiente trabajan y luego uno de ellos tiene que dividir el dinero total? ¿Y si ambos hacen el mismo trabajo pero a uno se le paga más que a otro? Pues bien, a eso me dedico yo. O al menos, de eso va el primer artículo de mi tesis, que presento mañana por aquí. El motivo por el que estoy aquí es porque en esta Universidad hay gente que conoce bien la literatura del tema y podría ayudarme a orientar algunos resultados.

He escrito este post porque mucha gente me pregunta qué hago aquí exactamente y de qué va mi tesis. Al menos, así hay una primera idea, aunque el resto de artículos no están relacionados con este en absoluto. Pero creo que son igualmente interesantes ¿verdad?

2 comentarios:

  1. sin duda el sindroem turista te ha afectado jajajajajjajajajaja ;P

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  2. Mala época para realizar ese tipo de experimentos: ni trabajo ni dinero, eso sí gente dispuesta y sin nada que hacer un montón.

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